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"La señorita Julia"

 


"Programa"
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Críticas

Obra:“La Señorita Julia”

A fines de 1944 lleva a las tablas porteñas uno de los clásicos del teatro del siglo XX, integrando junto a Mario Danessi el elenco de la obra “La Señorita Julia” de August Strindberg, con dirección de Enrique Gustavino. La obra fue estrenada el 1 de diciembre en el teatro Ateneo y fue considerada como la mejor obra dramática del autor nórdico, en la cual aborda con crudeza y valentía el debatido problema de la emancipación de la mujer.

 

Dijo la critica de “La Señorita Julia”

 

Diario Hoy: Sábado 2 de Diciembre de 1944: UNA NOTA DE ARTE EN EL ATENEO. LA SEÑORITA JULIA EN DIGNA VERSIÓN “Rosa Rosen, prestó digno realce a su Julia. Ya imperiosa o vencida, sus transiciones, marcadas con sencillez, la intensidad de su juego, en suma, su sola presencia hablaron con elocuencia de las cualidades nada frecuentes de esta joven y ya madura intérprete. Para más, aplicó cabalmente el precepto de su precursora, la primera gran actriz eslava, de que el teatro no entra solo por los oídos, sino también por los ojos: sus dos trajes eso dijeron.” 

 

 

Carlos Faig: ROSA ROSEN Y MARIO DANESI SE LUCEN EN LA INTERPRETACIÓN DE “LA SEÑORITA JULIA”. “Rosa Rosen y Mario Danesi, los dos principales intérpretes de la obra, encontraron en Guastavino un guía seguro que les condujo como convenía hasta lograr de ellos dos excelentes interpretaciones. Porque excelente fue, en realidad, el comportamiento de ambos comediantes. Rosa Rosen ha logrado, a nuestro juicio, la más completa labor de su carrera ascendente. Su señorita Julia, altanera y dominadora al comienzo, mientras pudo utilizar las armas de su seducción, sufre luego una transformación total que la desarma y la pone a merced de un destino que se cumple.” 

 

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Diario Noticias Gráficas: 2 de Diciembre de 1944. LA SEÑORITA JULIA EN EL TEATRO ATENEO POR DANESI-ROSEN. “La actuación de Rosa Rosen, que afronta por primera vez la responsabilidad de un cartel merece ser catalogada de brillante, pues el papel de Julia se aviene cabalmente a sus posibilidades de intérprete joven.” 

 

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Revista Correo Literario: “LA SEÑORITA JULIA”. La permanencia casi continua de casi dos horas en escena, en una obra que es casi un diálogo – la entrada del coro, con su breve presencia, y la aparición de la criada, apenas perceptible, no quitan a la obra de Strindberg este carácter, es una prueba difícil de mostrar. Rosa Rosen logra cumplirla. Por momentos ha llegado a compenetrarse de tal modo con el tiempo escénico – que corresponde cabalmente al transcurso del tiempo en el carácter representado, el cambio de ánimo-, que nos ha hecho olvidar la monotonía de muchas situaciones y la insistente repetición de muchas expresiones verbales. Cierto es que dándose cuenta quizá de esta monotonía, y de aquella repetición, ha querido cubrirlas con una variedad de matices, de intenciones, de intensidades que a veces posiblemente resultarán extremadas. Pero muy pocas actrices, en el caso, hubieran podido vencer semejantes dificultades sin un gran amor y sin un inteligente estudio de la obra en su conjunto, no solo del papel correspondiente. Si a ello añadimos sus condiciones características, una gracia de modales que solo en determinadas expresiones del rostro o variaciones de la voz se altera inexplicablemente, forzándose en demasía, y una dicción agradable – cosa difícil de oír en los escenarios actuales-, podremos afirmar que en la sala del Ateneo hay una actriz de calidad en cuyo futuro confiamos sin reparos.

 

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Revista Hoy: 5 de Enero de 1945: ROSA ROSEN Y SU TRIUNFO DE ACTRIZ EN LA LUCHA INHUMANA DE LAS INDIVIDUALIDADES FRACASADAS. No vamos a descubrir a Rosa Rosen desde estas líneas. Queremos únicamente situar ese grado de emoción nueva que nos presta, rehabilitando para el teatro de este tiempo a un personaje humano, posible en la época en que fue concebido y permanente en su lineamiento general cuando se lo hace revivir como en este caso... En la cambiante reacción de sus modulaciones sensoriales, Rosa Rosen hace del personaje un ente teatral perfecto: es decir, es la artista humana volcándose en la mujer – tipo creado por el dramaturgo. Para ello, Rosa Rosen aporta también su sensibilidad y lo que parece una frase remanida, su juego escénico, tan necesario cuando la atención del espectador está pendiente de cualquier matiz. – voz, movimientos – silencios del personaje. Y lo que es más hermoso: en esa lucha inhumana de una individualidad fracasada frente a otra, cerrada y brutal, no sabemos hasta que punto la mujer se une con la artista hasta quizás – paradoja –para hacer olvidar el personaje, Rosa Rosen lo logra merced precisamente al ritmo emocional, ascendente hasta nuestra misma desesperación, que impone a “La Señorita Julia” en ese camino de redención por la muerte: dominadora primero, dominada después, inútilmente rebelde inmediatamente y fracasada totalmente – muñeco despanzurrado - hacia el dramático final, donde ya no es la mujer la que se retira del panorama escénico, sino la actriz.

Mantener una obra como “La Señorita Julia” más allá de las 50 representaciones, es un hecho por demás significativo. De ello nacen estas reflexiones que tienden a devolver en palabras de aliento la emoción que hemos vivido, sinceramente, en esta interpretación de Rosa Rosen.

 

 

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